Prueba de manejo: Chevrolet Onix
El mayor atractivo de este sedán es su capacidad para estar conectado y ofrecer esta habilidad a sus ocupantes.











Porque visto superficialmente es un sedán correcto destinado
al segmento B+, bien proporcionado, con pinta de caballero y todo lo práctico
que se le exige a un auto familar por dentro y por fuera, incluyendo un
maletero gigante de 470
litros con formas interiores perfectas para el
almacenaje. Pero no. Resulta que lo realmente llamativo del Onix es su
capacidad para estar conectado y para brindar conectividad a sus pasajeros.
Esto porque ofrece el servicio de asistencia remota On Star,
nativo de Chevrolet, que incluye hasta un sistema de búsqueda en caso de robo del
auto, así como la posibilidad de que hasta siete dispositivos puedan conectarse
a una red local de internet de muy alta velocidad. Los ejecutivos de la marca
aseguran que este servicio es hasta 12 veces más veloz que una conexión via red
de datos con un celular y que opera hasta en subterráneos.
Esto, sin mencionar la compatibilidad con Bluetooth, Android
Auto y Apple CarPlay, que a estas alturas del partido deberían ser consideradas
un estándar de la industria.
En consideraciones más tradicionales, resulta que este nuevo
Onix está sostenido por una nueva plataforma global denominada GEM (Global
Emerging Markets), gracias a la cual el diseño resulta atractivo (y más
aerodinámico, con un Cx de solo 0,30), parecido al del Cruze y con el estilo
actual de la mayoría de los productos de Chevrolet. Lo bueno es que es un claro
modelo tricuerpo en el que el volumen del malatero es el resultado de líneas
fluidas y naturales, lo que subraya la armonía del conjunto.
En el interior la posición de manejo es buena, con un
tablero que combina instrumentos analógicos (velocímetro y tacómetro) con una
pantalla digital central algo pequeña, pero capaz de desplegar muchísima
información. Por supuesto, la pantalla táctil es lo que más se destaca en la
consola central, que opta por la ya bastante común posición en voladizo.
Además de lo dicho en párrafos previos acerca de la
conectividad, el Onix se las apaña todavía para sumarse a otra tendencia gobal de la
industria: el downsizing del motor. Resulta que la versión probada, la Premier,
que es la que cuenta con todos los vistos buenos en la lista de equipos del
modelo, tiene un motor de 3 cilindros y un litro de desplazamiento que entrega
116 cv a 5500 rpm y 160 Nm; con turbocompresor, se entiende. Lo acompaña una
caja automática con convertidor de par de 6 marchas de buen funcionamiento,
aunque con algún tironeo si somos bruscos con el acelerador.
En nuestras evoluciones por la ciudad el computador de viaje
nos regaló cifras del orden de los 15-16 km/l como promedio, lo que es óptimo.
Lo bueno es que las otras versiones vienen con un motor atmosférico de 1,2 litros, que mucho
peor no lo debe hacer.
Las suspensiones tienen un reglaje más bien blando, lo que
proporciona un agradable confort de marcha en las imperfecciones urbanas; como
contrapartida, la carrocería se inclina bastane al doblar, pero esto no implica
ningún peligro: el auto mantiene muy bien las trayectorias y en recta va bien
aplomado. Otro dato favorable: frena en forma excelente.