ANIVERSARIO [HISTORIA]
El “Trabi”, el auto de la Alemania comunista, cumple 60 años
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Uno de los símbolos industriales de Alemania Oriental está de cumpleaños convertido en una curiosidad histórica y atracción turística.
El legendario Trabant, símbolo de la Alemania comunista, cumplió 60 años esta semana reducido prácticamente a una pieza de coleccionista para los nostálgicos y como una atracción turística en ciudades como Berlín.
Había que esperar una media de doce años de lista de espera para conseguir uno, pero después se usaba durante más de dos décadas. Era compacto y ligero y su sencillez técnica iba de la mano de su durabilidad.
Los ciudadanos de la extinta República Democrática Alemana (RDA) y su “Trabi”, fabricado en la ciudad sajona de Zwickau, forjaron desde el primer momento una historia de amor para toda la vida.
RUIDOSO Y CONTAMINANTE
Hacía mucho ruido, era muy contaminante, traqueteaba, pero con un poco de suerte llevaba
eficazmente a su propietario a su destino. Tan eficaz que 60 años después de que saliera el primero al mercado –el modelo P50–, aún hay más de 33.000 vehículos de este tipo en las carreteras alemanas.
Durante toda su vida, el Trabant, cuyo nombre se eligió a través de una encuesta y que significa en alemán satélite (como la palabra rusa Sputnik) y también acompañante, apenas cambió algunos aspectos estéticos o técnicos. Sus dueños los cuidaban al máximo debido a los largos tiempos de espera para poder comprar uno.
Sin embargo, la caída del Muro de Berlín, en 1989, y la posterior reunificación alemana supuso su final ante la llegada de los modernos automóviles del oeste. Numerosos “Trabis” fueron abandonados a su suerte.
En 1991 se fabricó el último ejemplar, pero el “Trabi” nunca abandonó el corazón de los ciudadanos de la Alemania comunista y hoy goza de status de culto. Algunos vieron un filón
turístico y ahora es habitual ver circular a turistas en procesión en estos vehículos en la capital alemana en lo que se conoce como “Trabi-Safari”.
El renacer del coche con un motor de dos tiempos, símbolo del socialismo y de la economía comunista, también hizo florecer el negocio de las piezas de repuesto para un coche del que hasta el año 1991 se fabricaron cerca de tres millones de unidades.