CURIOSIDADES [INTERNACIONAL]
Agricultor uruguayo le hace funeral a su camión
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Luego de casi medio siglo de trabajar con un Ford F-350 de 1969, lo sepultó en su campo.
Un antiguo camión Ford F-350 de 1969 partió honorablemente al patio de los callados cuando Alcides Ravel, un agricultor uruguayo de 83 años, decidió sepultarlo en su campo como tributo luego de 48 años a su servicio. Al parecer, Ravel optó por enterrar a su fiel compañero de trabajo luego de que este llegara al fin de su vida útil y de descartar donar sus piezas (o venderlas) o hacerlo pasar por la humillación del chatarreo. Además, según señaló, le daban apenas US$1.500 por el trasto.
De acuerdo a declaraciones de Ravel al matutino uruguayo El País, “gracias a él logré comprar mi campo (para sembrar) y criar a mis hijos”, explicando las razones que lo llevaron a brindarle semejante honor a su Ford.
Según su relato, el camión le permitió viajar por toda la geografía uruguaya haciendo transportes y muchas veces le sirvió para dormir, al no encontrar hospedaje o no tener dinero para pagarlo.
“Fue una parte muy importante de mi vida. Ser camionero no tiene horario: en aquel tiempo cargábamos en Melo e íbamos hasta Montevideo, que eran unos 400 kilómetros, pero como en esa época el camino era de balastro… ¿sabés cuánto demorábamos? ¡Cerca de 12 horas! Hiciéramos lo que hiciéramos, antes de esas horas no podíamos llegar”.
Así, decidido a darle un último adiós a la altura de la fidelidad de su camión, Ravel hizo abrir con una
Así, decidido a darle un último adiós a la altura de la fidelidad de su camión, Ravel hizo abrir con una
retroexcavadora una zanja de algo más de dos metros de largo por 1,60 de alto, en su hacienda de Nueva
Helvecia, en la cual colocó al viejo Ford, para posteriormente cubrirlo con tierra para la posteridad en lo
que el propio Ravel describió como “un acto muy sencillo”. A decir verdad, el Ford F-350 había
estado en condición crítica mucho tiempo. Estaba postrado en un galpón con el motor roto y otros problemas de gravedad tal, que los mecánicos le habían dicho a su dueño que no guardara esperanzas.