Autor: Leonardo Pacheco

Un mandatario debe verse como tal en todo momento, y nada mejor para ensalzar su imagen que utilizar un automóvil diseñado especialmente para sus requerimientos. En este resumen nos referiremos a los ejemplares que utilizaron los presidentes Charles De Gaulle y Dwight D. Eisenhower, el emperador Hirohito, la reina Isabel II y Adolf Hitler, personaje este último que pese a causar polémica nunca escatimó recursos a la hora de elegir un medio de transporte adecuado.   

Citroën DS (1962), Charles De Gaulle

La historia de este notable automóvil francés comenzó a escribirse en 1955 y su presentación oficial tuvo lugar en el Salón de París, momento en el que más de 12.000 unidades fueron reservadas. Como ya sabemos era un ejemplar innovador desde todo punto de vista, pero sin planearlo ese hermoso modelo años más tarde se convertiría en el favorito del presidente y héroe de guerra Charles De Gaulle, quien además logró salir airoso de un atentado gracias al citado vehículo.

El 22 de agosto de 1962 De Gaulle y su esposa iban rumbo al aeropuerto de Orly, por una concurrida autopista, momento en el que su DS 19 fue interceptado por una facción opositora quienes abrieron fuego contra el vehículo; se dice que más de 180 casquillos se hallaron en el lugar. Felizmente el matrimonio De Gaulle y su chofer salieron ilesos, escape que se logró merced a la eficiente suspensión hidroneumática del DS… las violentas maniobras de evasión no terminaron en un volcamiento.

De ahí en más el presidente de Francia nunca dejó de utilizar el modelo de Citroën, e incluso se diseñó una variante con el techo totalmente descubierto que se usaba en desfiles y actos oficiales; De Gaulle saludaba a sus adeptos parándose en el sector de la banca trasera.

Lincoln “Bubbletop” (1950), Dwight D. Eisenhower

En 1950 el gobierno de Estados Unidos tomó la decisión de renovar la flota de vehículos presidenciales, algo que no hacían desde 1939, por efectos de la guerra por supuesto. Fue así como la tarea se le encomendó a Ford Motor Company, a la división Lincoln, empresa que creó diez unidades especialmente equipadas para cumplir una misión tan importante como es transportar, con el máximo de seguridad, al mandatario de la nación norteamericana.

De esas diez limusinas una era especial, distinta a las otras, porque contaba con un techo panorámico de plexiglás en forma de burbuja, detalle que inspiró su alias, una creación del carrocero Dietrich y que incluía un barrera traslucida para evitar que el presidente del momento, Dwight D. Eisenhower, fuese importunado por insectos en su rostro cuando estaba de pie.

Otra de sus particularidades es el parachoques trasero, provisto de pisaderas para que en ella se acomodaran los agentes encargados de custodiar al mandatario. Al Lincoln “Bubbletop” lo impulsaba un motor V8 de 5,5 litros que producía 152 cv.

Mercedes-Benz 770 (1935), emperador Hirohito

Tiene mucha lógica que el alto mandatario japonés, que gobernó desde 1926 hasta 1989, no utilizara un automóvil de su nación para trasladarse como es debido y en conformidad a su rango. Tiempo atrás ningún ejemplar de este origen estaba en condiciones de opacar la elegancia, refinamiento y potencia de los modelos producidos por la firma alemana Mercedes-Benz, así que fue una sabia decisión encargarles a los ingenieros de Stuttgart una versión especial del W07 de 1935, también conocido como el 770 Großer.

A diferencia de la gran mayoría de los automóviles presidenciales o de dignatarios, el emperador Hirohito prefería estar bajo techo y sin mantener un contacto directo con el entorno, por lo que su limusina era cerrada y la figura del mandatario solo podía distinguirse a través de unas ventanillas, que tampoco eran de gran superficie.

En la actualidad el Mercedes-Benz de Hirohito forma parte de la colección del museo oficial de la firma alemana, e incluso ahora su estampa genera admiración e infunde un enorme respeto.

Bentley State Limousine (2002), Reina Isabel II

Para realizar este automóvil, la firma británica le echó mano a un modelo Arnage de serie, tardándose dos años en terminarlo. El diseño de la carrocería se le encomendó a Mulliner, estipulando en el contrato que no se produciría nada ni remotamente parecido en el futuro… es decir, es una vestimenta exclusiva y de tipo “one off”.

Para Bentley fue una valiosa oportunidad el entregarle uno de sus ejemplares a la Reina Isabel II, porque siempre ese honor era para Rolls-Royce o Daimler, así que no podían fallar. Entre sus detalles se cuentan el blindaje de alta resistencia y el habitáculo hermético, con soporte de aire independiente.

De esta belleza británica se produjeron solo dos unidades, y para mover esos 4.000 kilos anunciados en la ficha descriptiva se optó por un bloque V8 de 6,7 litros que produce 400 cv.

Mercedes-Benz 770K Grosser Offener Tourenwagen (1939), Adolf Hitler

De este Mercedes-Benz codificado como W150 solo queda una unidad de las cinco que se fabricaron en 1939, justo ante de desatarse la guerra. La unidad sobreviviente fue utilizada por Adolf Hitler en sus apariciones públicas, una imagen en la que se le veía de pie en la parte trasera e incluso adelante, afirmado en el marco del parabrisas.

Este “súper Mercedes”, apodo recibido con justa razón, intentó ser subastado hace un par de años atrás en Estados Unidos, gestión que no llegó a buen puerto pero en la que igual se anotaron sumas elevadas, aunque lejos de los diez millones de dólares que la empresa encargada quería recaudar; una parte iría en ayuda de una institución que lucha contra el antisemitismo y el fanatismo.

Este impresionante ejemplar suma a penas 33.000 kilómetros en el odómetro, y mide casi seis metros de largo. En el vano frontal habita un bloque de ocho cilindros en línea que produce 230 cv, gracias un turbocompresor, cifra que en un principio era de solo 150 caballos.